viernes, 17 de julio de 2009

Mañana ya amanece
Luna
15 07 2009

Hace algunos años en esta tierra de nombre guaraní “río de los pájaros pintados” (Uruguay) un pueblo cansado de tanta mentira y necesitado de movilizarse por algún sueño se enamoró del Frente Amplio como proyecto político y con su voto consagró el romance.
El fervor fue intenso, como en toda pasión y las esperanzas inmensas como en todo acto de fe. La generosidad del pueblo se expresó casi espontáneamente; un poco en todas partes, la gente se proponía para trabajar de manera voluntaria sobretodo en los barrios, ya sea para instalar clínicas de salud, dispensar cursos, en fin cada cual ofrecía solidariamente lo que podía.
Pero ahí ya surgieron las primeras barreras estatales; no habría tal posibilidad desde la base, más bien todo sería instrumentado desde el estado y para ello están los ministerios y más abajo las ONG.
El plan de emergencia para asistir a los más desfavorecidos se pone en marcha y en los barrios las ONG se multiplican siendo muchas veces las gestoras de estas políticas estatales. Se crea un Ministerio para la implementación de estas políticas que ya anunciaba desde su inicio que llegaría para quedarse. ¿Sabían que no se combatiría la pobreza de esa manera y que las políticas asistenciales desde el estado serían una constante en el futuro?
El plan de emergencia para combatir la pobreza pretendía ser el buque insignia del progresismo; el financiamiento de este plan hoy mutado en Plan de Equidad recibió parte de su financiamiento del Banco Mundial y del BID.
Precisemos acá que idénticas políticas se han instrumentalizado en todo nuestro continente.
Más allá de que algunas familias vieron mejoradas su situación temporariamente y que muchas personas recibieron alguna capacitación básica que no poseían anteriormente en su conjunto, este plan operó como un parche, como un tapa agujero que alivianaría sobretodo las tensiones sociales.
Hubieron expresiones tales como, “Hay que esperar que la torta crezca” !
La torta creció para los grandes exportadores favorecidos especialmente por los buenos precios en el mercado internacional. También creció para los especuladores de todo pelo, pero para la gente de abajo que esperaba las migajas, tan solo hubo un pequeño recreo o una brisa primaveral en medio de una agitación económica mundial que no tardaría en llegar a nuestro “blindado” territorio progresista.
Así María, vecina de la costa uruguaya lado norte o sea de los más pobres, se formó en cocina, energías alternativas, salud y huerta; pero nunca pudo implementar su pequeña empresa unipersonal dado que tenía que hacer un préstamo para poder equiparse mínimamente. Entonces como la opción seguía siendo o comprar la garrafa o comprar algo para poder comer su empresita nunca vio la luz.
A todo esto María, como otras y otros tantos, dejó de frecuentar los talleres de intercambios de saberes más espontáneos de la base e intentaron vender en forma individual algún producto de elaboración artesanal. Hoy son tantas y tantos que hacen lo mismo que ya nadie vende o lo que venden no paga ni el gasto de salir a vender.
María finalmente tuvo que emigrar a la Argentina en donde cuando se presenta una oportunidad hace alguna changuita como limpiadora; también se llevó en su mochila algunos rudimentos para “tirar las cartas” y de esa manera poder tener algún recurso más.
Hoy la pobreza sigue igual y tendiendo a crecer y el proceso de marginalidad se expande como una herida abierta al conjunto de la sociedad.
Ahora bien ¿no era que todo pasaba por ser pragmáticos? ¿Que era la hora del ”realismo” neoliberal versus progresismo? ¿Que llegamos al fin de las ideologías y al fin de la historia?
Nada de todo ello; el fin de las ideologías fue tan solo un deseo de las nuevas derechas y el fin de la historia una negación simplemente de lo que es y existe. Las guerras están, existen; se crean y se venden. Las resistencias están y surgen como respuestas a los atropellos de todo tipo que la ideología dominante impone por la fuerza y la mentira organizada en casi la totalidad del planeta.
Lo que ha fracasado entonces es la utopía capitalista por la sencilla razón de que es un sistema que solo se ha perfeccionado en el bienestar ilimitado de una élite minoritaria que maneja las estructuras económicas y políticas a escala mundial.
Las consecuencias de la crisis se hacen sentir en su forma más cruda, se derrumban los mejores pronósticos, entonces viene la caza desesperada a los inversores. Inversores que llegan para apropiarse de los recursos naturales, en general también cosa común en todo nuestro continente.
¿Qué herramientas de autonomía se han desarrollado para una producción que respete el ecosistema?
¿Qué saberes reales y no de tercera y de cuarta se le proporciona a la gente para llegar a construir esas autonomías?
Las ONG: ¿organizaciones sin fines de lucro o instrumentos de desmovilización colectiva?
¿Qué cultura diferente a la cultura capitalista de la competencia y el individualismo se ha desarrollado desde los proyectos progresistas? ¿No será que es entre todas y todos que deberemos construir las alternativas y las resistencias?
Hay un tiempo que se agota y otro por nacer; si la humanidad necesita de otra escala de valores y de utopías regeneradoras, este es el tiempo del andar y construir.
Mañana ya amanece y será una fiesta.

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